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sábado, 4 de febrero de 2012

Capítulo 4


4) “NUEVA MISIÓN”


Media hora después, nos despedíamos de Sammy y abandonábamos ese lugar, emprendiendo el camino en busca del siguiente objeto: la Daga de la Diamantine.
   Habíamos discutido sobre cómo podía ser que yo, una simple y novata bruja, era capaz de leer un libro tan antiguo y exclusivo como el de Samantha.
Dereck había razonado que, ya que mostraba los mismos poderes que la célebre bruja, era posible que hubiese adquirido también otras de sus cualidades. Jeremy, más incoherente, había propuesto la idea de que yo fuera una Turskin, algo totalmente ilógico puesto que, aunque ellos lo desconocían, yo no era de Altarsia. Elena se había limitado a observar lo que decíamos como si de un partido de tenis se tratase, con la boca y los ojos abiertos desmesuradamente. Erika se mostraba contrita con todo lo que opinábamos, pese a no aportar nuevas explicaciones. Por su parte, Sammy no daba crédito a lo sucedido y terminó decidiendo que lo más conveniente sería consultarlo con su madre, la agradable señora Janis.
   En lo que sí estuvimos de acuerdo todos, fue en que ella se llevara el libro. Teniendo en cuenta los numerosos ataques que habíamos sufrido por parte de los Unomortes, no era sensato que tal reliquia danzara en nuestras manos por media Altarsia.
   Con la promesa de averiguar el motivo de tan desconcertante hallazgo y el firme juramento de proteger el desvencijado libro, la joven y simpática brujita se alejó del grupo.
   El siguiente objetivo a cumplir era hacernos con la Daga de la Diamantine, de la que apenas sabíamos nada. 
   En casa de la familia Turskin, Jeremy y Dereck se habían entretenido esquematizando un exhaustivo mapa con el que llegaríamos a dicho lugar sin tener que dormir ningún día en el bosque. Enterarme de eso fue todo un alivio. Desde que había aparecido en Altarsia, había dormido varias veces a la intemperie o en una cueva. Por muy gratificante que pudiera parecerle a cierta gente, yo prefería descansar en una plácida cama, como la que disfrutamos en la cabaña de Galón. Ese pensamiento me recordó de forma súbita e ineludible la trágica noche de su desaparición. A pesar de la celeridad de los inimaginables sucesos que habíamos vivido, no se me olvidaba que el viejo mago que nos había librado de los dragones y salvado la vida de Dereck, había sido secuestrado por los Unomortes. Según las últimas noticias de Wiki, Armos había decretado que ellos le buscarían mientras nosotros continuábamos con la misión. Habían pasado varios días desde aquello y todavía seguíamos sin tener noticias de ninguno de los dos.
   Como si me leyera el pensamiento, una vez que atravesamos prácticamente todo el bosque, Wiki apareció de la nada interrumpiéndonos el camino.
   -¡¿Me habéis echado de menos?!-preguntó chillando como de costumbre.
   -En absoluto-contestó de mala gana Jeremy.
   -¡Vaya, rubito, creo que acabas de perder la última neurona que te quedaba!-dijo, señalando a una pequeña piedrecilla que había en el suelo.
   -Ja-ja, ¡qué gracioso!-ironizó el chico rubio-. ¿Pues sabes qué? Creo que era tuya, ¿no ves que es más pequeña que un guisante?, se corresponde más a tu tamaño, enano.
   -¡A Wiki nadie le llama enano!-chilló enfurecido, agitando los brazos con rapidez-. Los enanos son idiotas. ¡Yo soy un duende, un duende!
   -¡Lo que tú digas…enano!
   -¡Oh, basta ya!-ordenó Erika enfurecida-. Jeremy, eres como un niño. Haber cuando creces de una vez-añadió encaminándose hacia su pequeño duende.
   Al pasar al lado del aludido, éste comenzó a hacerle burla a sus espaldas. Elena y yo observamos a Jeremy haciendo gestos con la cara y con las manos, y no pudimos contener la risa.
   -¿Tienes noticias de Armos?-preguntó Dereck, interrumpiendo la escena.
   -¡Wiki ha hecho su trabajo y está feliz porque trae muchas noticias!-dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
   -¿De qué te has enterado?-preguntó pacientemente Elena.
   -Armos me ha dicho que os informe de que siguen buscando a Galón y creen que están muy cerca de conseguir salvarle-dijo el duendecillo intentando no chillar.
   -¿Cómo lo harán?-quiso saber la chica pelirroja.
   El duende se limitó a encogerse de hombros.
   -Es lo único que Wiki sabe-contestó-. Armos dice que no os preocupéis, que eso ahora no debe distraeros. Mientras vosotros seguís con la búsqueda, él seguirá intentando salvar a su amigo.
   -Eso espero-dijo Dereck en un susurro.
   -¿De qué más te has enterado?-preguntó Erika.
   -Armos se ha reunido con el señor Fergurson para informarle sobre vuestro avance en la misión. El director le ha asegurado que no podrá seguir distrayendo a la prensa por mucho más tiempo-dijo el pequeño.
   -¿Quién es ese tal Fergurson?-pregunté a nadie en particular.
   -Es el director de Firmingan-me explicó Jeremy-. Aceptó a regañadientes que Armos eligiera tres alumnos de su colegio para que llevasen a cabo esta misión. Pero no lo hizo por las buenas-dijo resoplando-. El tío pidió a cambio estar al tanto de todo lo que nos pasara. Siempre he pensado que estaría mejor en un manicomio que en el colegio.
   -¿Y lo de la prensa?-inquirió Elena.
   -Los periódicos son unos chismosos y están siempre en busca de nuevas noticias. El hecho de que tres destacados alumnos abandonasen de pronto el colegio por distintos motivos fue muy sonado-contestó Erika-. El señor Fergurson prometió mantener a la prensa al margen, pero ninguno sabíamos que íbamos a estar tanto tiempo fuera. Ahora los rumores están empezando a volar.
   -Le ha dado a Armos un ultimátum-sentenció el duende-. Tenéis tan sólo una semana para encontrar la Daga. Si acabado ese tiempo no la habéis conseguido, tendréis que volver a Firmingan os guste o no.
   -¿Qué es lo que pretende?-dijo Dereck, alzando los brazos en señal de desesperación-. Es imposible que en una semana encontremos la Daga. Apenas sabemos nada de ella.
   -Tranquilízate, tío. Armos es superior al señor Fergurson y puede negarse a obedecerle. Estoy seguro de que no habrá aceptado-intentó calmarle su amigo.
   -¡Ahí te equivocas, rubito!-exclamó Wiki-. Armos no se ha opuesto. Es más, él mismo me dijo que os recordase que el tiempo se agota y que lleváis casi tres meses en esta misión.
   -¡Yo no tengo la culpa de que me cambiasen los planes después de dos meses buscando la maldita llave!-gritó Dereck-. Además, desde que nos enteramos de que teníamos que encontrar dos objetos, hemos conseguido uno. ¡Nosotros estamos cumpliendo nuestro trabajo! ¿Y qué hay de ellos? Prometieron que nos ayudarían en todo lo posible y todavía no han movido ni un dedo.
   Miré a Dereck. Sus ojos relampagueaban con furia. Estaba enfadado y no le culpaba por ello. Unos poderosos hombres habían encargado a tres chicos adolescentes que salvaran el mundo sin apenas contar con ayuda de nadie. No habían fallado nunca y, aún así, les exigían más de lo normal. Tanto Dereck como el resto estaban en todo su derecho de sentirse dolidos al verse oprimidos de semejante forma. No habían buscado aquello, no habían pretendido ser los héroes destinados a salvar el mundo, pero jamás tuvieron elección.
   -Las cosas se están poniendo mal, muy mal-susurró Wiki, temblando de pies a cabeza-. Los ciudadanos de Altarsia están empezando a perder la paciencia-dijo en el tono más pausado que le había oído nunca-. Ni los Guardianes ni el Gobierno saben cómo tranquilizar a la gente. Todo el mundo les acusa de no intentar solucionar la situación y como vuestra misión es secreta, los Guardianes no pueden revelar nada. Mientras la histeria se apodera del resto, ellos confían en que os hagáis con ambas reliquias para al fin poder detener a los Unomortes.
   -Pues van listos si piensan que en una semana habremos conseguido la maldita Daga misteriosa-estalló Erika.
   Por un momento, todos permanecimos en silencio. La irritación reinaba en el ambiente.  Me acerqué disimuladamente a Dereck y le agarré la mano. Él clavó sus ojos azules en los míos y apretó con más fuerza la estrecha unión entre ambos.
   -Armos confía en nosotros-declaró Jeremy-. Cuando nos eligieron, aceptamos cumplir con lo que nos pidieran, por muy arriesgado o complicado que fuera.
   -Tampoco tuvimos elección-le recordó su amigo.
   -¿Acaso piensas rendirte?
   Dereck apretó con fuerza la mandíbula.
   -Nunca.
   -¡Eso es lo que quería oír!-exclamó el rubio con un grito de júbilo-. Estos viejales no saben con quién están hablando. Conseguiremos la Daga en menos de una semana.
   -Eres un poco fantasma, ¿no?-se burló Elena, soltando una carcajada.
   Jeremy chasqueó la lengua.
   -No te equivoques, nena. Confío en mis habilidades-le corrigió.
   Nada más terminar la frase, Erika le propinó una colleja desde su lado.
   -¡Auch!-exclamó el chico-. ¿Por qué siempre me llevo una?
   -Por engreído-dijo la chica pelirroja, uniéndose a las risas de Elena.
   Fue Dereck el que decidió cambiar de tema.
   -¿Y qué hay del Gulfeinton?-preguntó sonriendo.
   -Seguro que vamos primeros, ¿verdad, enano?
   Al ver que Jeremy le había dirigido la palabra, el duende se dispuso a volver a las andadas y comenzar a discutir, pero al percatarse de la mirada recriminatoria de su dueña, se lo pensó dos veces.
   -Vuestro equipo no gana ni un partido desde que os fuisteis, y Damonier ha ascendido hasta situarse segundo-nos informó Wiki, recuperando su sonrisa burlona-. Me da que este año no os vais a clasificar.
   Sin entender de qué hablaban, miré a Dereck. Estaba aún más furioso que antes. No tenía que ser adivina para saber que ésta última noticia tampoco les resultó agradable.
   -¡Malditos tramposos!-exclamó Jeremy-. Están aprovechando nuestra ausencia para llevarse el premio.
   Elena y yo intercambiamos una mirada de desconcierto. Antes de que pudiéramos indagar, Erika se despidió de su duende,
   -Si no tienes nada más que decirnos, te puedes ir.
   -¡A Wiki casi se le olvida lo más importante!
   -¿Y de qué se trata?-preguntó Elena.
   -Armos me ha pedido que os diga que la Daga es un objeto muy importante y valioso, aunque también difícil de conseguir. Para esta misión, no estaréis solos. Alguien os ayudará.  Al llegar a la ciudad tenéis que encontrar a una mujer llamada…-el duende se quedó pensativo mirando al cielo y rascándose el mentón con uno de sus diminutos dedos.
   -Por favor, dime que tu estúpido enano no se ha olvidado del nombre de la que puede ser nuestra salvación-pidió Jeremy con una mirada furtiva.
   -¡Wiki no es estúpido, rubito!-chilló el duende mirando al chico.
   -¡Jeremy! Cierra el pico o te juro que te dejó mudo para el resto de tu vida-le amenazó Erika, sacando de su bolsillo la varita.
   El chico dudó, pero terminó callándose ante la mirada suplicante del resto.
   -Era algo así como Caty o Calin… ¡ya me acuerdo! Era Caitlin-soltó por fin, mostrando una espléndida sonrisa.
   -¿Y cómo nos ayudará?-pregunté sin comprenderlo.
   -Wiki no lo sabe-volvió a responder, encogiéndose de hombros.
   -¡Pues vaya ayuda!-se quejó Jeremy.
   -¿Algo más?-dijo Dereck, como si quisiera librarse pronto del duende para evitar otro enfrentamiento entre el chico y él.
   El pequeño negó con la cabeza.
   -Sólo deciros que los Unomortes están ganando terreno y muchas zonas de Altarsia ya no son lugares seguros-dijo, descendiendo su voz al menos una octava y mirando alrededor, temeroso de que alguien le escuchara-. Muchos Guardianes confían en vosotros, si falláis…Altarsia caerá en manos de los Unomortes para siempre-tras decir esto, hizo una exagerada reverencia y desapareció.
   -Esto no tiene buena pinta-decretó Jeremy, tras la súbita desaparición.
   -Ni que lo digas-se le unió Elena.
   Pensé en las palabras que había dicho Wiki. Los Unomortes iban haciéndose con el dominio de más ciudades a gran velocidad y los únicos que teníamos una ínfima posibilidad de acabar con aquello, éramos nosotros; cinco chicos que apenas sabíamos a qué nos estábamos enfrentando.
   Noté cómo Dereck tironeaba de mí para continuar caminando. Me había quedado rezagada pensando mientras el resto seguía avanzando.
   Durante el trayecto, Erika permaneció muy callada, al contrario que Elena y Jeremy, que no paraban de bromear entre ellos. Era el segundo quien interpretaba el mapa y nos guiaba por donde creía. Por su parte, Dereck todavía mantenía el semblante serio. El hecho de que Armos comenzase a dudar de la capacidad de los chicos le había dolido. Sólo me hizo falta ver el brillo en sus ojos para ser consciente de ello. Desde el primer momento en el que le conocí, atisbé en su mirada una extraordinaria admiración hacia el anciano y poderoso mago. Sabía que él quería ser algún día un Guardián y estaba segura de que tomaba a Armos como un ejemplo a seguir. Dereck no había tenido un padre desde hacía varios años y quizá necesitaba confiar en una figura que le recordase a él. Aquel pensamiento me conmovió y, aunque traté de imaginarme lo que tuvo que pasar al perder a su progenitor y convertirse así en un pilar fundamental en su familia, sabía que no podía llegar a hacerme una idea de lo difícil que debió de resultarle.
   -Así que Jeremy y tú pertenecéis a un equipo o algo por el estilo, ¿no?-le pregunté con una sonrisa, intentando animarle.
   Dereck me miró arqueando una ceja.
   -Te refieres al Gulfeinton-más que preguntar lo afirmó. Asentí de todas formas con la cabeza y esperé a que me contara algo sobre eso. Aunque al principio se resistió, finalmente continuó hablando-. Es el deporte por excelencia de Firmingan, pero es muy difícil de explicar en qué consiste si no ves un partido antes. En el colegio hay varios equipos que…
   -¿Cómo se llama el tuyo?-pregunté lanzada por la curiosidad.
   Ante mi interrupción esbozó una media sonrisa que me cautivó.
   -Heavenhigh.
   -Me gusta el nombre-dije, imaginándome a Dereck dando órdenes a su equipo-. Y supongo que tú eres el capitán.
   -Por lo menos hasta que me marché-dijo algo apenado-. Nombré a Justin como mi sustituto. Jeremy también forma parte del equipo, pero no sé a quién escogió para reemplazarle.
   -Me ha parecido escuchar por aquí el nombre de mi hermanito-dijo el chico rubio con una sonrisa, apareciendo entre medias de los dos.
   -¿Tienes un hermano?-preguntó Elena, participando en la charla.
   Ahora que lo decía, a mí ya me sonaba. Cuando estuvimos solos en el laberinto, Jeremy le nombró de pasada y apenas presté atención al dato.
   -Justin es su hermano-nos explicó Dereck-. Es un año mayor que él, aunque por lo demás son idénticos. Parecen gemelos.
   Mi desorbitada imaginación no pude menos que vislumbrar a otro chico exactamente igual a Jeremy y con su mismo carácter. Tras unos segundos de meditación, llegué a la conclusión de que no sabía si podría sobrellevar a otro como él.
   -No me compares con mi hermano, tío-se quejó con una sonrisa-. Por mucho que quiera intentarlo, Justin es y siempre será el mejor ligón de todos los que han pasado por Firmingan.
   Tanto él como Dereck soltaron una carcajada tras dirigirse una mirada cómplice. Mientras, Elena y yo nos miramos encogiéndonos de hombros. Por su parte, Erika permanecía atenta a la conversación, aunque sin comentar nada.
   -Todavía recuerdo la vez en la que Jessica le cruzó la cara de una guantazo al pillarle con otra-rememoró Dereck entre risas.
   -Vosotros reíros, pero os recuerdo que a Ryan no le hizo tanta gracia-se inmiscuyó Erika con un tono cortante.
   Al oír ese nombre un escalofrío recorrió mi espalda. Pese a que intenté evitarlo, los recuerdos de la noche junto al chico condenadamente atractivo y peligroso asaltaron mi mente de golpe.
   Dereck, situado a mi lado, se dio cuenta y pasó un protector brazo por mi cintura. Un gesto insignificante para el resto, pero trascendental para mí. Con su contacto más próximo, conseguí relajarme y apartar esos horribles recuerdos de mi mente.
   -Jessica es la mejor amiga de Erika y también es la hermana de Ryan-nos explicó Dereck al ver nuestra cara de perplejidad-. Justin no se portó muy bien con la chica y desde entonces Ryan intenta vengarse.
   Otro motivo más que añadir a la lista de cosas por las que entre ellos brotaba un odio irremisible.
   Sonreí. ¿Qué le habría hecho Justin a Jessica? Si era la mitad de bromista que Jeremy, entonces me esperaba cualquier cosa.
   -¿Esa Jessica salió con tu hermano?-preguntó Elena un poco perdida.
   A diferencia de mí, apenas prestó atención al nombre de Ryan. Al fin y al cabo, ella no le había conocido la noche de la fiesta en Lancontri.
   -¿Y quién no?-dijo Jeremy, encogiéndose de hombros-. El chaval tiene una lista debajo de su almohada con los nombres de las chicas con las que ha estado.
   Elena y yo soltamos una carcajada al unísono.
   -¿Y cuántas son?-pregunté sin poderlo evitar.
   El chico miró al cielo como si estuviese haciendo memoria y comenzó a contar con los dedos de su mano.
   -Yo perdí la cuenta en la ciento veintisiete-dijo Dereck con una sonrisa.
   ¡¿Ciento veintisiete chicas?! Eso era una barbaridad. Aquel chico debía ser todo un Don Juan. Sólo con oír esa cifra ya tenía ganas de conocerle.
   -Te acuerdas de esa porque fue Mady Bertworth, la preciosa animadora-dijo su amigo con una sonrisa cómplice.
   Inconscientemente, sentí una súbita y desagradable opresión en la boca del estómago.
   -¿Quién es esa tal Mady?-. Aquella pregunta hizo que la anterior sensación de mi estómago desapareciera-. Además, la ciento veintisiete fue Kassandra-le contrarió el chico moreno-. Y me acuerdo perfectamente porque aquello nos salió muy caro al equipo.
   -¡Tienes razón!-dijo el otro chico mientras se reía-. Le advertí que Kassie tiene demasiado genio, pero Justin no me hizo ni caso-dijo pasándose la mano por el pelo y despeinándoselo ligeramente.
   -¿Quién es Kassie?-pregunté, liada con tantos nombres de personas desconocidas.  Como ellos tres se conocían desde hacía tiempo, hablaban sin acordarse de que Elena y yo no podíamos seguir el hilo de la conversación si no nos explicaban ciertos detalles.
   -Es una jugadora de nuestro equipo. Tiene los mismos años que Justin-explicó Jeremy-. Es una tía increíble. Tiene mala leche, pero…
   -Es una excelente jugadora-completó la frase Dereck-. Ha salido con Justin unas diez veces y siempre lo dejan por el mismo motivo.
   Arrugué el entrecejo.
   -Él es un espíritu libre-resolvió riéndose Jeremy-. No soporta que alguien le controle lo más mínimo. La vez que más tiempo estuvieron fue durante dos semanas. A él le salió un sarpullido por todo el cuerpo y lo achacó a la falta de libertad. Una vez más tuvieron que dejarlo.
   Todos nos echamos a reír. Justin parecía un chico divertido y a la par peligroso, por lo menos en lo tocante al tema de chicas. Con aquella breve conversación me moría de ganas de conocer al que debía ser el chico con la mayor capacidad de seducción de todo el colegio.
   -Ya estamos llegando-nos informó Dereck.
   Logramos dejar atrás el bosque y adentrarnos en una zona más desértica. A nuestro lado ya no habían tantos árboles y el suelo de húmeda tierra que habíamos ido pisando durante todo el trayecto, terminó dando lugar a un estrecho sendero. Seguimos andando por él hasta que éste terminó convirtiéndose en una vía de alquitrán. Poco después, llegamos a lo que, a mi parecer, era exactamente igual que cualquier ciudad del mundo real.
   Las casas de ladrillo se agolpan orgullosas a ambos lados de una carretera de gris asfalto por la que transcurrían diferentes coches… ¡coches! Las farolas se disponían en hilera en las aceras. A esas horas del día, como era lógico, estaban apagadas.
   Varios hombres trajeados que portaban elegantes maletines negros, andaban a gran velocidad sorteando a la gente que circulaba por la acera mientras hablaban por el… ¿teléfono móvil?
   Abrí los ojos como platos y contemplé el lugar absorta en los cuantiosos detalles que indicaban que había regresado en un segundo a mi mundo.
   Elena apareció a mi lado con la boca abierta por la sorpresa.
   -¿Qué es todo esto?-preguntó atropelladamente.
   Negué con la cabeza.
   -Ni idea.
   -¿Hemos vuelto a casa?-inquirió incrédula.
   Dereck se acercó a nosotras con una sonrisa espléndida.
   -Se os ve sorprendidas-percibió.
   -¿Dónde estamos?-quise saber.
   Jeremy se adelantó al chico moreno.
   -Todo esto es la zona oeste de Altarsia-contestó sonriendo, probablemente divertido con nuestras caras de alucinación-. Es considerada la más peligrosa de todas.
   Aún no podía creerme lo que veía y al echar una rápida ojeada a Elena, comprobé que ella estaba pensando lo mismo que yo. ¿Un lugar no mágico en un mundo mágico?
   Aunque habíamos continuado andando adentrándonos en la ciudad, no fui consciente de ello hasta que escuché a mis espaldas el claxon de un autobús que se dirigía hacia nosotros. Más rápido que ninguno, Dereck tiró de mí y me apartó de la carretera haciéndome subir en la acera.
   -Nora, esto no es como el resto de Altarsia-me advirtió con una mirada de reproche-. Tienes que tener más cuidado.
   ¿Me lo dices o me lo cuentas?, pensé. ¡Este es mi mundo! Yo he nacido con las carreteras, con el ruido de los coches, con los teléfonos móviles…
   -Conocéis los coches-afirmé tras salir de mi ensimismamiento.
   Jamás lo hubiese imaginado. ¿Qué pasa con eso de ir en escoba? ¿No es algo más lógico en un lugar dominado por la magia?
   Dereck arqueó una ceja y sonrió divertido.
   -¡Claro que sí!-exclamó-. Bueno, lo cierto es que hasta el momento sólo había oído hablar de ellos, pero sé cómo funcionan.
   -¿Ah, sí?, sorpréndeme.
   Dereck interpretó mi pregunta como que desconocía al completo la existencia de los automóviles. No obstante, lo que ocurría era que me intrigaba saber cómo circulaban, ya que me negaba a pensar que conociesen ningún tipo de gasolina.
   -Tienes que montarte en uno de ellos, pisar un pedal que hay en los pies, mover una palanca con tu mano y girar el volante a derecha e izquierda-me explicó con una sonrisa.
   Solté una carcajada sin poder remediarlo.
   -Eso ya lo sabía-afirmé-. Me refería a qué utilizan para que se muevan.
   En esta ocasión fue él quien estalló en risas.
   -¿Qué van a utilizar? Magia-contestó encogiéndose de hombros-. Aunque ninguno de aquí tiene poderes, los coches son creados por gente que sí que tiene, y emplean un sencillo conjuro para que estos se muevan.
   Ante esa respuesta, me regañé a mi misma por la estupidez de mi pregunta. Era algo evidente. Ese mundo era mágico y allí todo funcionaba partiendo de ese punto.
   -¿Cómo que no tienen poderes?-preguntó Elena, interviniendo en nuestra conversación al oír el comentario de Dereck-. ¿No son magos ni brujos?
   -¡Claro que lo son!-dijo Jeremy, uniéndose a la charla-. Todos ellos tienen magia, o mejor dicho tenían, hasta que perdieron su varita.
   -En esta ciudad viven las personas que ya no pueden hacer magia porque han perdido o les han robado sus varitas-explicó Erika-. Es diferente al norte, donde vivís vosotras-dijo, creyéndose de verdad que eso era cierto-. Porque allí habitan los que nacen sin magia, y aquí los que se quedan sin ella. Son las únicas ciudades no mágicas de toda Altarsia.
   -Pues que se compren otra y listo-propuso Elena, dando a entender que era algo lógico.
   -Ya os explicamos que la varita de un mago era algo personal y único-dijo Dereck, mientras seguíamos caminando por una ancha acera-. Si se rompe no siempre se puede volver a arreglar, y si te la roban…
   -¿Qué pasa si te la roban?-pregunté impaciente ante su pausa.
   -Quien la tenga sabrá todo sobre el que la poseía. Las varitas son como un diario. Guardan todos los momentos que el mago ha vivido-concluyó Jeremy-. Y en manos de otra persona, todos esos recuerdos pueden reproducirse como si de una película se tratase. Podría saber con total exactitud todo acerca de su dueño.
   -Pero la magia está dentro de cada mago, ¿no?-inquirió Elena.
   -Sí, pero sin las varitas no se puede utilizar-le explicó la otra chica.
   -No… a menos que seas un brujo-dije con una sonrisa pícara.
   Dereck me guiñó un ojo mientras sonreía.
   -Exacto, preciosa-me dijo.
   Noté un rubor ascender por mis mejillas y tuve que apartar los ojos del chico moreno que me enloquecía. En el recorrido, percibí la penetrante mirada de Erika atravesándome como si de un cuchillo se tratase. Tragué saliva y devolví la vista al resto. Definitivamente, aunque me costase creerlo, la chica empezaba a odiarme.

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Novela con Copyright

Aprovecho para especificar un detalle que no creí necesario en su momento por considerarlo obvio. La novela, "Más allá de la imaginación" está registrada íntegramente y consta de los derechos de autor (copyright) vigentes en la normativa actual, sino os aseguro que jamás me hubiese atrevido a colgarla por completo. Cuando se plagia una obra haciéndola pasar por propia y omitiendo el nombre del verdadero creador se viola, entre otros, el derecho moral del autor, y este podría exigir reparación por el perjuicio. Estas facultades morales son perpetuas, inalienables, inembargables, irrenunciables e imprescriptibles, como bien señala la Decisión 351 de la CAN (Régimen común sobre el Derecho de Autor y Derechos Conexos).

Con esto sólo digo que cada uno debe esforzarse y escribir algo original y único. Nunca nadie llegó a ser grande por plagiar a terceros.

Be original! =)