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martes, 31 de enero de 2012

Capítulo 3

3) “EL LIBRO MÁGICO”


Inmóvil, sin tan siquiera parpadear, respiraba entrecortadamente como si hubiese corrido una carrera durante varios minutos. Lo que Dereck acababa de decir, me había descolocado por completo. El hecho de que no fuese capaz de verme, sólo tenía dos explicaciones: o bien él se había quedado ciego, algo muy poco probable, o bien yo…

   ¡No! me negaba a pensar eso. Desde hacía dos meses hasta ahora, había visto y experimentado centenares de cosas por las que ya me tendría que haber vuelto loca. Sin embargo, no sé como, había conseguido asimilar cada una de ellas de la mejor manera posible. Pero esto no era lo mismo. Esto, superaba todas y cada una de mis expectativas. Era, simplemente, imposible.
   -¿Me vais a decir de una vez qué es lo que está pasando?-preguntó Jeremy,  perdiendo la paciencia.
   -Nuestra morenita ha desaparecido-contestó el otro chico con una sonrisa dibujada en su rostro.
   -¡Eso es mentira!-exclamé perdiendo los papeles-. ¡Sigo aquí! no me he ido a ninguna parte.
   Dereck, de pie a mi lado, me miraba a los ojos a pesar de no verme. De pronto me sentí muy incómoda tumbada en la grava del suelo y comencé a incorporarme. Una vez en pie, tomando una bocanada de aire, miré hacia abajo rezando porque no sucediese lo que me imaginaba. Como era evidente, por mucho que supliqué, mi cuerpo había desaparecido. Toqué asustada con mis manos el lugar donde tendría que estar mi tripa y, para mi sorpresa, a pesar de ser incorpórea, la palpé a la perfección.
   -Así que ahora eres la mujer invisible-dijo Jeremy soltando una risotada a la que, momentos después, se le unió Dereck.
   -¿Creéis que esto tiene gracia?-pregunté ofendida.
   -Mucha-respondió el chico moreno entre risas.
   Sonreí maliciosamente, decidida a darle un escarmiento. Me acerqué sigilosamente a él hasta quedar casi pegada a su cuerpo. Aproximé mi boca a su oreja.
   -Me gustaría ver cómo te las vas a apañar ahora para besarme.
   -¡No vuelvas a hacer eso!-gritó el chico, dando un pequeño respingo.
   -¿Te he asustado?-pregunté riéndome, alejándome un poco de él.
   Subestimé su pericia y velocidad y en menos de un segundo averiguó dónde estaba. Tan rápido como lo descubrió, alargó su mano y me agarró del brazo, por casualidad, dirigiéndome hacia él.
   -Se acabo el juego, preciosa-dijo con una sonrisa triunfadora.
   -¡Oh, vamos! que poco sentido del humor tienes-dije cruzándome de brazos.
   -Parejita, creo que deberíamos seguir el camino-nos recordó Jeremy-. Me había propuesto encontrar el libro el primero.
   Eso me recordó que Dereck debía estar junto a la joven bruja.
   -¿Dónde está Sammy?-inquirí nerviosa.
   -Tuvimos un problema con unos pájaros y terminamos separados-resumió escuetamente.
   Eso no me gustó ni un pelo. Sammy era inocente y alocada. Andando por ahí sola podía ocurrirla mil cosas horribles.
   -Es una fantástica bruja, Nora-dijo, leyendo mis pensamientos pese a no poder verme-. Estará bien-me aseguró.
   -¿Continuamos o qué?-preguntó Jeremy, escaso de paciencia-. Estamos perdiendo mucho tiempo.
   -Tienes razón-coincidió Dereck, quien me miraba a la cara todavía sin soltarme-. Tienes que volver a ser normal.
   -No estoy segura de que quiera hacerlo-dije, pensando en las innumerables ventajas que tenía aquello.
   -Nora-dijo en un tono de amonestación.
   -Está bien, ¿y cómo lo hago?-pregunté sin comprender-. Ni siquiera sé cómo me he vuelto transparente.
   -Son tus poderes, que se están haciendo cada vez más fuertes-me explicó-. Ante una situación de pánico, como la del león, por un momento debiste desear ser invisible y tus poderes obedecieron a tu deseo.
   No pude menos que quedarme totalmente perpleja. No recordaba haber querido eso, pero quizá mi subconsciente había deseado por una milésima de segundo ser transparente.
   Si lo que Dereck decía era verdad, a partir de ahora tendría que controlar lo que pensase, pues no sabía hasta qué punto llegaría mi capacidad para transformarme. Quizás, si en algún momento se me pasaba por la cabeza ser, por ejemplo, un faisán, me convirtiese en uno y estaba segura de que no me agradaría en absoluto.
   -Así que lo único que tengo que hacer es desear ser corpórea, ¿no?-pregunté sacando mis propias conclusiones.
   Él asintió.
   Cerré los ojos y deseé con todas mis fuerzas volver a ser visible. Me concentré lo máximo que pude en visualizar mi cuerpo y, después de unos segundos pensando en ello, abrí los ojos muy lentamente, temerosa de que no hubiera funcionado.
   -Pensaba que nunca más volvería a ver esos preciosos ojos-dijo haciendo que una oleada de tranquilidad me invadiera.
   Me encontré su cara a poca distancia de la mía, permitiéndome oler su familiar aroma. Sonreí, rocé sus labios con los míos y le abracé, percibiendo el miedo que había sentido tras el encuentro con el león. Sólo con él cerca me sentía verdaderamente protegida.
   -¿Estás bien?-me susurró al oído, mientras me estrechaba entre sus brazos.
   Tomé una bocanada de aire inspirando su dulce fragancia.
   -Ahora sí-confesé.
   Y de pronto, un horrible pensamiento hizo que el perfecto momento se rompiese como un frágil juguete de cristal al chocar contra el suelo. Me separé bruscamente de Dereck, empujándole por el pecho.
   Las palabras que había pronunciado Jeremy momentos antes del ataque del león, resurgieron de forma inesperada.
   -¿Qué ocurre?-preguntó mirándome atónito.
   Me mantuve rígida, sosteniéndole la mirada.
   -Me mentiste-le reproché.
   -¿Qué dices? Yo no te he mentido.
   -Me dijiste que nunca había habido nada-dije dolida.
   -¡Ups! Creo que es mejor que me largue-dijo Jeremy, y supe que se estaba alejando.
   -¿Qué es lo que le has dicho, tío?-exigió saber Dereck.
   -Prefería haberlo sabido desde el principio-aseguré, interrumpiendo lo que iba a decir Jeremy-. ¿Por qué me lo ocultaste?
   -¿A qué te refieres, Nora? Explícate, por favor.
   Me crucé de brazos y me alejé un par de pasos más. Tenía que habérmelo dicho. Me dolía saber que había habido algo entre él y Erika, pero hubiese sido mejor que me lo hubiese confesado en la cueva.
   -¡Jeremy!-exclamó Dereck desesperado.
   -Se me escapó-intentó justificarse el chico rubio-. Te prometo que no se lo dije… sólo lo insinué. ¡Son las chicas, que lo pillan todo al vuelo con su sexto sentido ese!… Te miran con esos ojos inyectados en sangre y ves tu vida peligrar, ¿qué iba a hacer?
   -Por eso te mira de ese modo-seguí diciendo-. Ella aún te quiere. ¡Y a mí me odia!-comprendí todo al fin.
   Como si lo último que había dicho fuese el pegamento que unió el rompecabezas, entendió qué era lo que estaba diciendo.
   -Para mí no significó nada -dijo, acercándose a mí-. La conozco de hace unos años. Siempre ha sido mi amiga. Nos sentábamos en todas las clases al lado y pasábamos el tiempo juntos. Fue ella quien me pidió salir. Al principio me negué, pero terminé aceptando creyendo que sentía algo por ella. Aquello no funcionó y tuvimos que dejarlo. Ya te digo que no fue nada especial.
   -Pero nada, nada especial. Tan poco especial que sólo salieron un par de semanas-le daba la razón Jeremy a su amigo.
   -Quizá para ti no, pero para ella sí que lo fue-dije segura de mis palabras-. Desde que os conozco he visto cómo te mira y cómo se comporta cuando tú estás cerca.
   -Si te refieres a lo antipática que es, no te preocupes, Nora, que es así siempre. Ya sabes que ella y yo no nos llevamos muy bien y con su estúpido duende peor aún. La verdad es que siempre me he preguntado porqué tendrá ese carácter tan agrio la tía-volvió a interrumpir el chico rubio.
   -¡Jeremy!-gritamos al unísono Dereck y yo.
   -Lo siento-se disculpó desde el otro lado del arbusto-. Ya me callo.
   -Pero, ¿qué mismo da?-preguntó Dereck encogiéndose de hombros-. Yo no siento nada por ella y cuando aceptamos esta misión acordamos que tan sólo seríamos amigos. No hay nada entre ella y yo-dijo, acercándose a mi lado y sujetándome ambas muñecas-. Eso se acabó hace tiempo.
   -Créele, dice la verdad-volvió a inmiscuirse Jeremy.
   La mandíbula de Dereck se tensó y supe que tenía ganas de pegar a su amigo por meterse en donde no le llamaban.
   -No es por el hecho de que hayáis salido-dije, aunque en mi fuero interno sabía que eso también influía-. Es porque me has mentido.
   Dereck descendió la mirada.
   -Creí que era lo mejor-se excusó-. Sabía que habías creído que Erika y yo estábamos juntos y si te decía que en otra época eso fue así, te hubiese molestado.
   -Lo hubiese entendido-aseguré.
   -No-negó él-. Ambos sabemos cómo hubieses reaccionado.
   Puede…pero seguía pensando que lo mejor era que me lo hubiera dicho desde el principio.
   -No quiero perderte, Nora-dijo mirándome fijamente a los ojos-. No ahora que te he encontrado.
   Tragué saliva.
   Por más que intentase explicárselo él jamás entendería lo que aquello significaba. A partir de ahora, siempre iba a estar alerta en lo tocante a Erika. Si una vez me había mentido… ¿por qué no iba a hacerlo más veces?
   No sabía desde cuándo, ni cómo, pero cada vez estaba más segura de que había perdido irremediablemente una parte de mi corazón y ya no la podía volver a recuperar. Sin querer, se la había cedido a él.
   Desde que llegué a aquel lugar no habíamos parado de discutir ni un minuto, pero de pronto, una mañana, algo entre los dos cambió y nada volvió a ser igual. Aunque inevitablemente seguíamos discutiendo, las miradas cómplices, las sonrisas provocativas, las caricias personales, los abrazos…todo ello demostraba que entre nosotros había surgido un nuevo sentimiento que me aterraba y alegraba al mismo tiempo. No sabía la fuerza del mismo, ni adónde nos conduciría, pero lo que sí que tenía claro era que no permitiría que nadie acabase con él…y menos los fantasmas del pasado.
   Finalmente, Dereck me abrazó con fuerza y yo oculté mi cara en su hombro, desterrando las dudas que pudieran haber surgido. Le quería, de eso estaba convencida.



A pesar de las quejas de Jeremy, no pudimos hacer nada y tuvo que seguir él solo por el camino. Mientras, nosotros dos encontramos una salida por la que continuar. Caminaba junto a él distraída. No fue fácil apartar de mi mente la fallida relación entre Dereck y Erika. Sumida en mis pensamientos, apenas presté atención a lo que Dereck me iba diciendo. Tan sólo escuché el principio y, al oírle repetir una y otra vez que debía ser él quien cogiese el libro por razones de seguridad, desistí y dejé de prestarle atención.
   -¿Entendido?-me preguntó por enésima vez-. Si el libro tiene alguna maldición no me gustaría que recayese sobre ti, así que seré yo quien lo coja. Prométeme que no te pondrás en peligro haciendo alguna de tus locuras.
   -Dereck, no soy idiota-le recordé algo ofendida al ver que me trataba como a una niña.
   -Ya lo sé, es sólo que eres como un imán para el peligro-dijo sonriendo.
   -Si lo que quieres que te prometa es que no me pondré en peligro si tú tampoco lo haces, trato hecho-dije dando un vuelco a lo que él estaba pidiéndome.
   -No es exactamente eso lo que te he dicho-replicó arrugando el entrecejo.
   En un par de ocasiones más, tuvimos que elegir entre varios caminos, pero no nos resultó difícil ya que solíamos estar de acuerdo en cuál era el mejor.
   Dispuesta a continuar con la charla, abrí la boca para replicar, pero Dereck tironeó fuerte de mi brazo obligándome a que me agachara.
   -¿Qué ocurre?-pregunté en un susurro.
   Pegados a un arbusto, ambos permanecíamos de cuclillas en el suelo sin movernos ni un milímetro.
   -Hemos encontrado el libro.
   -¡Eso es genial!-exclamé eufórica.
   -¡Chist!-me mandó callar con su dedo índice colocado sobre mis labios-. No estamos solos, alguien se nos ha adelantado.
   Contemplé su postura rígida y comprendí que no se refería a uno de nuestros amigos, sino a un Unomorte.
   -¡Mierda!-exclamé apoyando la espalda en el arbusto-. ¿Y ahora qué hacemos?
   Dereck se introdujo la mano en el bolsillo de su pantalón y sacó su negra varita.
   -Tú te quedarás aquí mientras yo…
   -¿Tú qué?-le interrumpí, temiéndome lo peor.
   -Haré lo que tengo que hacer-dijo en el intento de librarse de mi oposición.
   -Si crees que te voy a dejar ir tú solo a por el libro y enfrentarte a un Unomorte, estás muy equivocado-rebatí firmemente.
   -No me obligues a hacer nada de lo que luego me pueda arrepentir -dijo con una leve sonrisa y, a pesar de ello, supe que lo decía muy en serio.
   ¿Sería capaz de hechizarme con uno de sus encantamientos y paralizarme o algo por el estilo? Aunque me fastidiase reconocerlo, no dudaba que, si la situación lo precisaba, podía llegar a hacerlo.
   Estaba acostumbrado a que todo el mundo obedeciera sus órdenes sin rechistar. Era cabezota y de decisiones inamovibles. Sin embargo, ese detalle era insignificante para mí. Yo también podía llegar a ser muy testaruda si tenía motivos para ello.
   -Pertenecemos al mismo grupo y tenemos una misión común. Ninguno es mejor que el otro y si tú te crees capaz de enfrentarte a ellos, yo también-dije lo más seria que pude.
   Sentado a mi lado, Dereck fijó su impactante mirada azul océano en mí. Mantenía el semblante serio, aunque las facciones de su rostro estaban relajadas. Haciendo acopio de toda mi voluntad, le sostuve la vista el máximo tiempo posible. Su mirada era tan penetrante que, por una décima de segundo, sentí que me iba a desmayar. Poco a poco, una seductora sonrisa comenzó a dibujarse en su rostro.
   -Eres la chica más cabezota que conozco.
   Sonreí.
   -Me lo tomaré como un cumplido.
   Finalmente, apartó los ojos y al hacerlo, yo pude volver a respirar con normalidad.
   -¡Violentia!-exclamó una voz femenina que me sonó muy familiar.
   Ese grito nos devolvió de golpe a la realidad. Dereck y yo nos miramos de nuevo con los ojos abiertos de par en par. Sammy acababa de entrar en escena apareciendo inesperadamente en medio del laberinto por otra de los caminos.
   -¿Quién eres tú?-preguntó la escalofriante voz que correspondía a la Unomorte más temida-. ¿Y cómo has llegado hasta aquí sola?
   -No está sola-dijo Dereck a la vez que salía de nuestro escondrijo.
   Como era evidente, yo me uní a mis amigos.
   -Debí imaginarme que venía con vosotros-. Nos miraba con desafío en sus ojos-. Siento deciros que habéis llegado demasiado tarde-dijo al mismo tiempo que emitía una de sus típicas risitas sonoras-. El libro ya es mío.
   Tenía razón. En un fastuoso poyete de madera tallado, descansaba un hermoso libro de cubierta avejentada. Era algo más grande de lo que me imaginaba, aunque por lo demás era exactamente igual a como me lo esperaba. La mujer estaba situada justo al lado del mismo. Con sus finas y blanquecinas manos sobre el libro, tenía la intención de desaparecer con él y, de ese modo, echar a perder todo nuestro esfuerzo.
   Por primera vez desde que había oído hablar de ella, pude observarla sin la capucha de su largo y tétrico atuendo negro cubriéndole la cabeza. Era una mujer esbelta, que mediría al menos un metro setenta. De tez pálida y cabello rubio casi blanquecino cayendo en cascada por su espalda en descolocados rizos. Tenía labios carnosos y una nariz pequeña. Pese a la maldad que corría por sus venas, era una mujer tremendamente atractiva. Tenía un encanto escalofriantemente peculiar. Sus grandes y llamativos ojos del color de la sangre estaban fijos en Dereck.
   -No cantes victoria todavía-le retó el chico moreno apuntándola con la varita.
   No tenía ni idea de cómo lo iba a hacer, pero sabía que tenía la esperanza de conseguir arrebatarle el libro.
   -Me encantaría quedarme y seguir charlando con vosotros, pero mi jefe espera impaciente a que le lleve el libro-nos informó con una sonrisa malévola.
   La mujer intentó coger el viejo manuscrito separándolo de su poyete. El hechizo creado por la escritora del mismo, cuya finalidad era salvaguardarlo de manos ajenas a las de sus descendientes, se desencadenó de forma inesperada. Una brutal sacudida empujó a Violentia un par de metros por el aire. Cuando impactó con el firme suelo, el golpe sonó como si su cuerpo fuera de piedra.
   Los tres espectadores nos quedamos bloqueados en el sitio. Sabíamos que la poderosa Samantha había conjurado el poyete como si se tratara de la piedra que encerraba a la espada Excalibur. Nadie que no fuera digno podía hacerse con el libro. Sin embargo, desconocíamos cuál eran las consecuencias de intentarlo.
   Apenas tuvimos tiempo de pestañear, cuando la sanguinaria Unomorte estaba de nuevo en pie y dispuesta a aniquilarnos. Su mirada despedía llamaradas de odio. Se había desatado la tormenta.
   -¿No te han dicho nunca que robar está mal?-se burló Dereck.
   La mujer rubia se detuvo a poca distancia de donde nos encontrábamos los tres. Cada poro de su cuerpo irradiaba furia y sus ojos mostraban el deseo de acabar con nosotros.
   -Desde que eras un mocoso has mostrado una estúpida valentía-dijo mirando fijamente a Dereck-. Cuando naciste, tu madre te protegía como si fueses su tesoro más preciado y, al crecer, fuiste tú el que tuvo que cuidar de ella tras el abandono de tu padre. Quieres aparentar ser un adulto, ¿verdad? pero en realidad, ambos sabemos que tan sólo eres un niño asustado.
   No podía dar crédito a lo que oía. Violentia conocía más cosas sobre su vida de lo que me podía llegar a imaginar. Le miré directamente para cerciorarme de que había encajado bien las palabras que había pronunciado la Unomorte con esa frialdad que helaba los huesos. Él continuaba con la misma postura que al principio, aunque la mano que sujetaba su varita estaba más rígida de lo habitual. Apretaba con tanta fuerza la mandíbula, que los músculos de su cara estaban totalmente tensos.
   -Tú no sabes nada de mi vida-le espetó con dureza-. ¡No sabes absolutamente nada!
   -Te sorprendería enterarte de todo lo que solamente yo conozco-dijo con una media sonrisa que dejó al descubierto sus níveos dientes.
   -¡Cállate!-gritó el chico perdiendo los papeles. La esquizofrénica mujer comenzó a reírse con su estrambótica risa-. ¡Sangream!
   Una centelleante luz rojiza salió despedida de la punta de la varita de Dereck y se dirigió como un rayo hacia la mujer de rubia cabellera. Rápida y avispada, consiguió parar el maleficio del chico sin apenas esfuerzo.
   -¡Mortificas setgam!-chilló Violentia disparando un chorro azulado hacia nosotros.
   -¡Dejádmelo a mí!-ordenó Sammy.
   Fijé mi mirada en ella, a la espera de que reaccionase antes de que el rayo de luz nos alcanzara. La joven bruja chasqueó sus dedos y al momento la luz azulada se convirtió en agua que ni siquiera nos alcanzó.
   Sin duda alguna era una excelente bruja. Sammy me había contado que cada uno invocaba sus poderes de manera distinta. Ella chasqueaba dos veces sus dedos mientras que yo tenía que cerrar los ojos y concentrarme en mi objetivo. También me había explicado que casi todos los brujos con desear lo que querían y hacer el gesto correspondiente, lo conseguían. Para variar, yo tenía que experimentar sentimientos muy fuertes para que surgiesen mis poderes.
   -Con que tenemos un Lague y una brujita-dijo la mujer ladeando levemente la cabeza.
   -Dos brujas-le corregí fríamente. La mirada de Violentia se depositó por primera vez en mí. Por un momento, yo también clavé mis ojos verdes en los suyos rojizos.
   Decidí poner fin a aquello. Cerré los ojos y pensé en acabar con ella. Poco después, mi preciado cristal emitió la luz anaranjada que se precipitó a gran velocidad hacia la mujer.
   A duras penas, consiguió parar el haz de luz con un hechizo de difíciles palabras. Sin dejarle tiempo para que se repusiera, Dereck volvió a atacarla.
   -¡Levitareum!-gritó apuntándola con su varita.
   Esta vez el maleficio le dio de lleno y salió despedida hacia atrás con gran velocidad para luego chocar contra el rígido poyete de madera. El impacto ocasionó un ruido sordo.
   -¡No me puedo creer que hayáis empezado la fiesta sin mí!-exclamó Jeremy con una sonrisa, apareciendo de pronto de uno de los caminos que desembocaban en el centro del laberinto.
   Giré la cabeza para contemplar a mi amigo y vi que él centraba su atención en la mujer que estaba tendida en el suelo bocabajo.
   Segundos después aparecieron también Elena y Erika, esta última con una expresión indescriptible. Elena, al ver a la mujer en el suelo, emitió un pequeño grito.
   Aunque los tres Lagues mantenían su varita apuntando a la mujer, ninguno nos movimos de nuestra posición al no percibir movimiento alguno. Su cuerpo seguía laxo. Empecé a pensar que estaba muerta. Aguardamos unos segundos más, pero antes de que pudiera hablar, comenzó a moverse pesadamente. Logró sentarse con la espalda apoyada en el poyete. Al golpearse contra el escaño, se había hecho una brecha en la cabeza de la que manaba grandes cantidades de sangre. Se tocó la herida con mano temblorosa y al sentir el líquido en sus dedos, sonrió.
   -Me las pagareis… os juro que os vais a arrepentir.
   Tras pronunciar dichas palabras, desapareció sin más.
   Me llevé la mano al corazón y noté que latía a gran velocidad. Tragué saliva y al hacerlo sentí un consistente nudo en mi garganta. Su último comentario no era un buen presagio. Por lo poco que sabía de ella, tenía la certeza de que si esa mujer se empeñaba en acabar con nosotros, más tarde o más temprano lo conseguiría.
   El primero en reaccionar fue Dereck. El chico se acercó con paso decidido hacia el poyete. Se agachó y tocó con sus dedos la sangre que había en el suelo.
   Me acerqué a su lado impulsada por la curiosidad. Cuando llegué junto a él, la imagen que vi me desconcertó por completo. El pequeño charco que había en la grava, no era del típico tono rojizo característico de la sangre, sino que era de un color negro como el carbón.
   -¿Cómo es posible?-dije sin dar crédito a lo que veía.
   -Es su marca-respondió Dereck levantándose-. Todos los Unomortes tienen la sangre de este color.
   Abrí la boca para volver a preguntar, pero una sacudida del suelo me interrumpió. Apenas nos dio tiempo a reaccionar. Como si el laberinto supiese que había sido invadido por intrusos, decidió impedir que saliésemos de allí a salvo. Una vez más, el mágico lugar cobró vida y los arbustos comenzaron a multiplicarse cerrando el paso y creando nuevos caminos. En un acto reflejo, Dereck me agarró de la muñeca y tironeó de mí impidiendo que una rama me golpease.
   -¡Tenemos que salir de aquí!-chilló el chico moreno para que todos le escucharan.
   Observé cómo Jeremy conducía a Elena y a Erika por uno de los caminos. Mientras, Sammy se las veía para soltarse de una rama que la había agarrado por la cintura.
   -¡Relaxo!-gritó Dereck y al momento dejó de forcejear con la bruja-. ¡Coge el libro, Sammy!
   Le obedeció de inmediato. Se acercó corriendo hacia el grueso tomo y lo separó del atril sin mayor problema. Aunque era lo esperado, no pudimos evitar sentirnos aliviados al verla con él en su poder. Una vez que lo tenía en sus manos, se dirigió hacia nosotros.
   Dereck eligió un camino al azar y escapamos por ahí con la esperanza de que nos condujera a la salida.
   A nuestros pies, el suelo comenzó a agrietarse. Los altos arbustos crecían por doquier impidiéndonos continuamente el paso. Mientras corría, recé porque ningún extraño animal, como el león que había intentado acabar conmigo, nos retrasase. Inmensas y furiosas ramas vapuleaban enérgicamente dificultándonos aún más cruzar el laberinto.  En la cabeza del grupo iba yo. Mi collar despedía fulgurantes haces de luz blanquecina. El miedo se había apoderado de mí.
   Sentía una fuerte presión en el costado y las piernas me empezaban a doler. Nada de eso me impedía correr lo más rápido que podía. Deseaba con todas mis fuerzas salir de allí, y deseaba que fuese con vida.
   Una nueva sacudida nos zarandeó con violencia. Tuve que frenar de golpe al ver que un gran arbusto nos había cortado el paso. Sin saber qué hacer, miré a mis amigos a la espera de alguna idea que nos sacara de ese infierno. Cuando lo hice, mi sorpresa fue aún mayor al ver que el camino que llevábamos recorrido ya no existía. Con gran rapidez se estaba destruyendo y, en su lugar, tan solo apareció un agujero de fondo negro.
   Ambos se acercaron a mí y, al igual que yo, se quedaron boquiabiertos al observar la gran abertura del suelo que avanzaba hacia nosotros.
   -¡Arreglium!-gritó el chico con la esperanza de reparar la hendidura. Al comprobar que su hechizo no surtía efecto, probó de nuevo con conjuros similares.
   -¡Déjalo, no funciona!-dije, bajándole la mano con la que mantenía en alto la varita.
   -¡No permitiré que os pase nada malo!-se negó.
   -Tengo una idea-solté casi sin pensarlo.
   -Pues como no te des prisa seremos historia-me apresuró Sammy, señalando la grieta que avanzaba a gran velocidad hacia nosotros.
   -Creo que el laberinto ha reaccionado así porque hemos decidido llevarnos el libro-empecé diciendo lo más rápido que pude-. Será un maleficio o algo por el estilo.
   -¿Y qué propones?-preguntó desesperado Dereck-. No podemos dejarlo aquí.
   -Puede que sea una tontería, pero si el laberinto comprueba que quien se lo lleva es miembro de la familia, puede que deje de atacarnos-nada más decirlo supe que no tenía mucho sentido.
   -Quizá tenga razón-me apoyó Sammy-. Yo soy una Turskin y tengo derecho a llevarme el libro, al fin y al cabo pertenece a mi familia.
   -Pero ya lo tienes en tus manos y no ha dejado de atacarnos-replicó Dereck a la vez que se agachaba para que una rama no le golpease.
   -A lo mejor tengo que leer un fragmento-conjeturó la chica-. Sólo los que pertenecen a mi familia pueden leerlo. Le demostraré que pertenezco a ella.
   Dereck se encogió de hombros consciente de que no teníamos otra salida. Ante ese gesto, Sammy abrió el libro por una de sus páginas y comenzó a leerlo.
   El conjuro que recitaba en voz alta servía para acabar con un Amatisten, que debía ser un temible monstruo que habitaba las profundas aguas del lago Hamkal, al norte de Altarsia.
   Impacientes, Dereck y yo nos miramos. La idea de leer parte del libro parecía no dar resultado y la hendidura estaba a punto de destruir el suelo de nuestros pies. Si caíamos en ese agujero negro, sería nuestro fin.
   Cuando ya sabíamos que no había escapatoria y que seríamos devorados por un extraño y mágico laberinto, noté como una fuerza invisible tiraba de mí hacia arriba. Sin poder resistirme, comencé a ascender hasta que mis pies dejaron de tocar el suelo de grava. Intenté llamar a Dereck, pero de mi boca no salió ninguna palabra. Aunque esa extraña sensación de ingravidez no era tan mala, tampoco duró mucho. A eso le siguió un fuerte dolor en el pecho y en la cabeza. Ahora ya no ascendía, sino que notaba como algo me oprimía con firmeza. Sentí un ligero mareo que fue haciéndose más notorio a cada segundo que pasaba. El dolor de cabeza aumentó hasta volverse casi insoportable y, sin más, perdí la conciencia.
   Sin saber dónde estaba, ni cuánto tiempo llevaba inconsciente, abrí los ojos. Me esperaba ver los altos arbustos y el suelo de grava a mis pies, pero contrariamente a mis pensamientos, estaba tendida sobre cómoda hierba y delante de mí se extendía una amplia explanada.  
   Notaba cómo mi pecho subía y bajaba a gran velocidad debido a mi respiración agitada. Al menos, el dolor de cabeza y los mareos habían desaparecido. Muy despacio fui volviendo en mí y lentamente comencé a incorporarme para buscar a mis amigos. Tan sólo había conseguido sentarme, cuando un nuevo mareo hizo que me tambaleara ligeramente. Antes de que fuera tarde, una firme mano me sostuvo por la espalda impidiendo que me volviese a tumbar.
   -¿Se te pasa?-me preguntó Dereck situado junto a mí.
   -Poco a poco-conseguí responder después de unos segundos-. ¿Qué ha pasado?
   -Tu idea funcionó-dijo con una sonrisa-. El laberinto nos expulsó de su interior.
   -¿Y los demás?-pregunté. No tuvo que responderme. Al girar la cabeza hacia la derecha vi que el resto se estaba levantando del suelo.
   -Vamos, arriba-dijo mientras me cogía de la mano y tiraba suavemente de ella para ayudarme a incorporarme.
   Una vez en pie, tuve que apoyarme en su brazo para no perder el equilibrio.
   Sammy se alejó del grupo para coger el libro que estaba tirado en el suelo y luego volvió a acercarse.
   -El libro es el auténtico-aseguró la joven bruja con el semblante serio-. Lo tenemos.
   Jeremy soltó un grito de júbilo que se entremezcló con las risas de los demás.
   -Yo quiero verlo de cerca-pidió Erika.
   La chica pelirroja se aproximó a la joven bruja. Acarició con precaución el tomó y una sonrisa triunfal se dibujó en su rostro.
   -Es maravilloso-susurró.
   -Sólo mi familia puede ver las letras de su interior, los demás lo veis en blanco-dijo abriéndolo por una de las páginas y mostrándoselo-. De ahí que me necesitéis para leerlo-. Sonrió como si eso le hiciera sentirse importante.
   El resto nos acercamos para contemplarlo mejor. Una vez abierto, recorrí con mi mirada las páginas. Veía letras que componían palabras de tinta negra. No estaba en blanco… ¡sino escrito por completo y yo podía verlo! Mi mente comenzó a ajarse lentamente. Abrí la boca para luego cerrarla sin decir nada. Mis ojos se abrieron de par en par. Una descarga me recorrió la espalda y me hizo tiritar.
   -¿Tienes frío?-me preguntó en voz baja Dereck, quien había notado el temblor de mi cuerpo al tener su mano en mi espalda.
   -Estoy bien.
   No me atrevía a decirles la verdad. Era ilógico que ninguno viese el libro escrito y yo, por el contrario, sí. No era una Turskin. ¡Dios santo!, ni siquiera era de ese mundo, así que, ¿cómo era eso posible?
   Puede que, al ser mi abuela la escritora de la historia de Samantha Turskin, hubiese una estrecha relación que me permitiera ver las letras. Esa idea no me convenció en absoluto, pero era lo único que se me ocurrió.
   -Mi tía abuela fue la que lo escribió-dijo Sammy sin escuchar nuestra breve conversación-. En él recogió todos sus conjuros. Algunos de ellos eran tan poderosos como peligrosos. Varios magos quisieron hacerse con él para llevar a cabo sus más siniestros planes. Por eso, Samantha decidió proteger el libro con un conjuro que hiciese invisible su contenido para todo aquel que no tuviese su sangre-relató Sammy recorriéndonos a todos con su mirada.
   Aclaré mi garganta carraspeando un par de veces.
   -¿Hay alguna posibilidad de que alguien que no sea de tu familia pueda leerlo?-pregunté decidida. Tenía que llegar al fondo de este asunto.
   -No lo sé con certeza, pero me imagino que no-dijo mirándome y relajando su anterior expresión seria.
   Ante el comentario de la joven bruja, una pregunta asaltó mi mente: si únicamente una Turskin podía leerlo, ¿cómo era posible que yo pudiera hacerlo?
   -Yo-las palabras se amontonaron en mi cabeza y me quedé callada sin saber cómo continuar-…yo sí que puedo leerlo.
   Las miradas de los cinco chicos se clavaron en mí al mismo tiempo. Me observaban con la boca abierta por la sorpresa y supe que ninguno daba crédito a lo que oía.
   -¿Estás segura de ello?-me preguntó Dereck, mirándome fijamente a los ojos. Sabía que no se lo creía y no le culpaba. Ninguno de ellos había visto letras en el manuscrito.
   Me separé del apoyo de Dereck y me acerqué a Sammy, quien sostenía el libro entre sus manos. Lo mantuvo abierto por una página cualquiera y me lo mostró para que pudiera leerlo. Todos contuvieron la respiración, de eso era consciente. Notaba los labios secos y con la lengua me los humedecí antes de comenzar a leer. El idioma era extraño, pero yo lograba interpretarlo a la perfección.
   -Larem lenzemfer irinal eth darsa leira, madem yinp…-empecé leyendo. Pese a sonar excepcional e incluso extravagante, en mi mente comprendía sin mayor dificultad lo que leía. La traducción exacta sería:
   -Los “Lanzafuegos Oriyinal” son una especie que se encuentra amenazada por otro tipo de monstruos que habitan su mismo territorio. Se trata de seres de gran violencia que no dudan en descuartizar a sus víctimas. La mejor manera para acabar con ellos es a través de un sencillo encantamiento preparado con hojas de Evadisco y una pizca de…-no pude seguir leyendo ya que Sammy cerró el libro de golpe.
   -Tenía razón-dijo mirando a Dereck con el semblante desencajado-, puede leerlo.
  

2 comentarios:

  1. SIMPLEMENTE GENIAL!!!
    eso no vale :S me dejas siempre con la intriga, quiero maaaaaas!!!!!
    no tardess en subir el sigiiente :)
    aqui te dejo mi blog! en el estoy escribiendo una pequeña novela voy por el capitulo 2 espero que me leas me sigas y te guste un beso :) http://pide-1-deseo.blogspot.com/ me gustaria mucho saber tu opinion

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  2. ¡Hola!
    Me encanta el diseño de tu blog, y sobre todo la historia.
    ¡Te sigo!,¿me sigues? >.<
    Blog->http://unmardelibros-kate.blogspot.com/

    ¡Saludos!

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Novela con Copyright

Aprovecho para especificar un detalle que no creí necesario en su momento por considerarlo obvio. La novela, "Más allá de la imaginación" está registrada íntegramente y consta de los derechos de autor (copyright) vigentes en la normativa actual, sino os aseguro que jamás me hubiese atrevido a colgarla por completo. Cuando se plagia una obra haciéndola pasar por propia y omitiendo el nombre del verdadero creador se viola, entre otros, el derecho moral del autor, y este podría exigir reparación por el perjuicio. Estas facultades morales son perpetuas, inalienables, inembargables, irrenunciables e imprescriptibles, como bien señala la Decisión 351 de la CAN (Régimen común sobre el Derecho de Autor y Derechos Conexos).

Con esto sólo digo que cada uno debe esforzarse y escribir algo original y único. Nunca nadie llegó a ser grande por plagiar a terceros.

Be original! =)