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jueves, 26 de enero de 2012

Capítulo 2


2) “EL  LABERINTO”


 
De pronto, el paisaje de nuestro alrededor cambió completamente. El bosque que momentos antes nos protegía, dio paso a una colosal explanada. Con la boca abierta ante la sorpresa, contemplé detenidamente el imponente y amenazador laberinto. Me imaginaba algo mucho más pequeño y menos apocalíptico. Aquella visión quebró mis esquemas. Inmensos arbustos de distintos tonos de verde se alzaban unos cuantos metros hacia el cielo, impidiendo ver el circuito del mismo. Las ramas más altas parecían rozar las nubes esponjosas y blanquecinas. Desde mi posición, no era capaz de ver hasta dónde llegaba a extenderse el laberinto. Esa imagen me provocó escalofríos.
   -Hay tres entradas y, como os dije, nadie sabe cuál es la correcta-informó Sammy, captando la atención del resto.
   -Como acordamos, nos dividiremos en tres grupos de dos personas cada uno-dijo Dereck.
   -Pero no elegimos las parejas-recordó Jeremy-. ¿Quién se viene conmigo?
   Después de planear cada detalle, se nos olvidó lo más básico.
   -Elena contigo, Sammy con Erika y Nora conmigo-dijo, guiñándome un ojo disimuladamente.
   Sonreí complacida con la resolución.
   -No me parece mal, pero ¿no sería más justo que fuera de forma aleatoria?-se opuso Erika.
   Fijé mi mirada en ella en busca de una respuesta a su oposición. Mantenía una expresión serena. Su larga cabellera rojiza la llevaba recogida con horquillas en lo alto de la cabeza, dejando al descubierto su mandíbula relajada. No mostraba signos aparentes de enemistad.
   Ninguno dijo nada. Tras unos segundos, Dereck habló con voz pausada.
   -¿Y qué propones?
   -Que lo decida la Caja Blanca-dijo la chica pelirroja con una sonrisa.
   -Es lo más justo-añadió, mientras sacaba su varita del bolsillo de su pantalón. Apuntó con ella a la palma de su mano derecha que la mantenía estirada y pronunció unas extrañas palabras que hicieron que apareciese sobre ella un cubo de seis caras, similar a un dado de gran tamaño.
   -¿Qué es eso?-preguntó Elena acercando su rostro al objeto hasta llegar a tocarlo con la punta de la nariz.
   Jeremy soltó una carcajada.
   -Es una simple caja. No tiene mucho misterio. Será la que decida quién irá con quién-le explicó, divertido con su reacción.
   -Darme un segundo. Antes tiene que saber cómo nos llamamos.
   Dereck fue uno a uno pronunciando nuestros nombres sin orden ni concierto hasta que en el extraño cubo aparecieron todos flotando en sus distintas caras.
   -¿Y ahora?-pregunté a la espera de que sucediese algo extraordinario.
   Sonriendo ante mi expectación, Dereck agitó la cajita para después volverla a depositar sobre su mano.
   -Ahora elegirá a las parejas-me indicó.
   Aun sin comprender muy bien cómo iba a suceder, miré expectante el paranormal objeto. Al poco, en una de las caras de la misma aparecieron dos nombres entrelazados.
   -Elena y Erika.
   Mi mirada escrutó a ambas. Elena sonrió conforme con la determinación, mientras que Erika se mantuvo impasible. No mostró desacuerdo con la resolución, pero tampoco reflejó alegría.
   Dereck volvió a agitar enérgicamente el pequeño cubo y una vez que paró, dos nuevos nombres aparecieron.
   Crucé los dedos para que me tocara con él, pero esta vez la suerte no estuvo de mi lado.
   -Jeremy, tú irás con Nora. Sammy conmigo-informó la vez que hacía desaparecer el cubículo.
   -Recordar que no sabemos si dentro tendremos o no poderes-dijo Jeremy.
   -¡Esto se pone emocionante!-exclamó Sammy.
   -Lo mismo digo-coincidió el chico rubio con una risa nerviosa.
   Los observé en silencio. Ambos parecían disfrutar con la situación. Se mostraban eufóricos y optimistas, como si ignorasen el peligro que corrían nuestras vidas. Una sonrisa se dibujó en mis labios. No era capaz de decidir cuál de los dos estaba más loco.
    -Lo único que sabemos es que no podemos levitar, así que nada de querer volar ahí dentro-les recordó Dereck.
   Pese a no estar tan entusiasmada como Jeremy y Sammy, el miedo no emergía en mi interior. Estaba relativamente tranquila-considerando la situación a la que me enfrentaba-.
   El chico más bromista del grupo y yo nos encaminamos a una de las tres entradas que revelaba el complejo laberinto. Puede que, detrás de Dereck, fuera en él en quien más confiaba. Sabía que era uno de los mejores Lagues en defensa y en numerosas ocasiones había demostrado su habilidad y destreza con la magia. Era, como le había considerado desde el principio, mi hermano mayor.
   Antes de que llegara a la entrada, una mano me aferró por el brazo y me hizo girar suavemente. Dereck me mantenía agarrada mientras sus ojos que intentaban competir con el azul celeste del cielo, se fijaban en los míos.
   -Prométeme que no harás locuras-me suplicó.
   Sonreí.
   -Vaya, ¿el chico duro se muestra preocupado por mi suerte?-me burlé.
   Me devolvió la sonrisa.
   -Ya sé que te encanta ponerte en peligro, pero no me apetece tener que salvarte la vida una vez más, Nora. Es agotador.
   La mandíbula se me descolgó al oír sus palabras.
   -¿Cuándo me has salvado tú la vida?-pregunté incrédula.
   -¿Desde que te conozco?-inquirió, arrugando el entrecejo-. Son tantas que he perdido la cuenta.
   -¡Egocéntrico!-le espeté.
   -¡Cabezota!
   Uno junto al otro. Su piel cálida en contacto con la mía. Sus tentadores labios demasiado próximos a mi boca. Su media sonrisa caló en mí…y mi fachada se derrumbó.
   -Te odio-mentí, devolviéndole la mueca.
   -Yo también te quiero, gatita-soltó una carcajada al tiempo que regresaba a su entrada.
   No pude apartar mis ojos de su figura hasta que Jeremy me llamó. 
   -¡El que antes encuentre el libro, que lo coja y se largue de aquí!-nos explicó mientras se colocaba junto a Sammy-. Recordar que lo que importa es el libro, pero si alguno resulta herido, aun con las manos vacías, nos marchamos.
   -Y cuando alguno encuentre el dichoso libro, ¿cómo avisa al resto?-preguntó Erika.
   -Utilizaremos un Imperius Avisnes
   -¿Qué es eso?-le pregunté a Jeremy en voz baja.
   -Un conjuro transportador de mensajes-respondió el chico-. Es lo que utilizó Dereck cuando desapareciste la noche de la fiesta en Lancontri para avisarnos de que estabas bien, y más tarde cuando estabais ocultos en la cueva.
   Por un momento, mi corazón bombeó con mayor intensidad al rememorar lo sucedido cuando me alejé del grupo. Las pisadas aproximándose, el silbido imitando una melodía aterradora, la aparición de Ryan Scott y, sobre todo, el enfrentamiento entre él y Dereck.
   -¿Y si no podemos conjurarlo?-preguntó Erika, devolviéndome al momento presente.
   -Ya se nos ocurrirá algo-dijo el chico moreno.
   -¡Cuando queráis!-dio la señal de aviso Sammy.
   Uno junto al otro, penetramos decididos en la inmensidad de aquel paraje. El silencio que reinaba en aquel lugar era turbador. Caminamos por entre los espesos arbustos siguiendo la única dirección posible. Sobre nuestras cabezas, el nítido cielo decorado por mínimas nubes albinas nos aportaba claridad. Durante un segundo me imaginé aquel desértico lugar en medio de una noche tormentosa. Debía de ser escalofriante. Aparté esa idea de mi cabeza y me centré en la realidad. Teníamos que tener los cinco sentidos alerta. Un pequeño descuido podía conllevar la muerte.
   Mi idolatrado collar emitía una delicada luz azulada, evidente signo de tranquilidad. Avanzábamos al son del silbido alegre de Jeremy. Poco a poco, comencé a relajarme. No había nada que temer.
   -¡Mierda!-exclamó el chico.
   Alcé la vista que había mantenido inconscientemente fija en el suelo. Un muro impávido se alzaba frente a nosotros. A los lados, dos caminos se abrían mostrando senderos distintos.
   -¿Y ahora qué?-pregunté desconcertada.
   Jeremy se encogió de hombros a modo de respuesta.
   Solté un bufido.
   -Vayamos por la izquierda-escogí sin basarme en nada.
   Echó a andar continuando con la melodía anterior. Parecía igual de relajado que yo. Volví a sumirme en mis cavilaciones hasta que su voz me dificultó la tarea.
   -Me alegro de que por fin estéis juntos-dijo sonriendo ampliamente-. Hacéis buena pareja.
   Pese a que no había un hilo conductor, una parte de mí se esperaba que de un momento a otro sacara aquel tema.
   -Ya…bueno…si tú lo dices-respondí con torpeza, suponiendo que empezaba a sonrojarme.
   -Unos días más y Dereck hubiera terminado cometiendo un crimen-soltó, riéndose a carcajadas de su propia broma.
   Arqueé una ceja.
   -¿A quién tendría que matar?
   -¡A cualquiera que intentase acercarse a ti!-exclamó, abriendo los ojos de par en par.
   Sus palabras me sorprendieron.
   -¿Te refieres a que estaba celoso?-supuse.
   -¡Más que celoso!-aseguró-. Primero fue cuando creyó que tú me gustabas-explicó-. ¡Esa sí que fue buena!-dijo, volviéndose a reír-. Se enfadó simplemente porque bromeé contigo. Tardé dos días en conseguir que me escuchara.
   Sabía cuál era ese momento al que hacía alusión. Tras el ataque de los Unomortes en la casa de Galón, hicimos un par de bromas con respecto al físico de Jeremy. El propio Dereck me comentó en la cueva los celos experimentados, pero era diferente escucharlo de la boca de otra persona. Lo hacía todavía más real. ¿Dereck celoso? Aún me sonaba ridículo.
   -Y luego vino lo de Ryan-continuó hablando a mi lado. No hizo falta que le preguntase para que explicara a qué se refería-. Al verle hablando contigo en la fiesta, estuvo a punto de estrangularle.
   ¿En serio? Me resultaba hasta gracioso. Todo el mundo se había dado cuenta menos yo, que achacaba su comportamiento a otros factores.
   -Creí que no quería que hablase con él porque lo odiáis.
   -Te aseguro que ese fue el mínimo motivo de su enfado.
   Parecía divertirse contándome aquellas cosas acerca de su amigo. Andaba sonriente relatando lo que sabía. Mientras, yo seguía en una nube de incredulidad.
   Continuamos caminando para cruzar el laberinto de hiedra. Mi capacidad lingüística se había esfumado de la mano de mi razón. Sus palabras se agitaban en mi cabeza, desordenadas y frenéticas. ¿Cómo había podido estar tan ciega durante tanto tiempo? Aún me sorprendía.
   -¿Qué sendero prefieres?-preguntó, sacándome de golpe de mis enmarañados pensamientos.
   Observé ambos caminos y opté por el de la derecha, a la par que cambiaba radicalmente de tema.
   -Vosotros os conocéis desde pequeños, ¿no?-inquirí.
   -De toda la vida-contestó sonriente-. Y desde siempre hemos sido buenos amigos. Aunque soy un año mayor que él, solemos pasar la mayor parte del tiempo juntos. Conozco absolutamente todo acerca de su vida y, claro está, él de la mía.
   Decididamente, adoraba a ese chico. Pensé que tendría que ametrallarle con cientos de preguntas para averiguar más cosas sobre Dereck, y nada más lejos de la realidad, empezó a explayarse sin presionarle.
   -Cuéntame más cosas acerca de él-le pedí.
   Jeremy soltó una risotada.
   -¡Las tías sois demasiado listas!-exclamó-. Quieres jugar con ventaja.
   -No es verdad-me defendí, aunque estaba en lo cierto.
   Clavó su mirada inquisitiva en mí, como si pudiera leer mis más profundos pensamientos. No aguanté ni dos segundos y aparté los ojos enseguida.
   -Vale, vale, pero ¿a que me lo vas a contar?-dije, adoptando una expresión lo más tierna y dulce posible.
   Resopló, tocado y hundido.
   -¿Qué quieres que te cuente?-cedió ante mi cara de súplica.
   Una sonrisa triunfal se dibujó en mi rostro.
   -Todo.
   Puso los ojos en blanco alarmado con mi petición.
   -El camino no es tan largo, Nora-se quejó, haciendo aspavientos con los brazos.
   -Resúmelo-le sugerí-. Elijo el camino izquierdo-le informé al llegar a otra intersección-. Desembucha.
   A mis espaldas, escuché cómo tragaba saliva antes de comenzar a hablar.
   -Porque te tengo aprecio que sino…-amenazó.
   Esta vez fui yo la que me reí con ganas.
   -Te debo una.
   -Descuida, lo tendré en cuenta-aseguró devolviéndome la sonrisa.
   -Cuando quieras-le apresuré.
   Hasta el momento no habíamos dado con un solo peligro, ni siquiera con mayor complicación que la de elegir uno u otro camino. Andábamos relajados y, sin ser conscientes, bajamos la guardia.
   -Desde que era un niño todo el mundo sabía que no era como los demás.
   -¿En qué sentido? Es decir, para bien por ser más listo, ¿no? Pero también puede ser para mal, porque se metía en líos-solté atropelladamente.
   Jeremy puso los ojos en blanco y soltó un suspiro.
   -Es mi historia, ¿piensas interrumpirme todo el tiempo?-se quejó, haciéndose el ofendido-. Sino no te cuento nada.
   -Ya me callo-prometí.
   -Me refería a que desde que era pequeño destacaba por su talento y destreza con la magia-continuó relatando-. No era bueno con las pociones ni recordando los hechizos. Todavía se le sigue dando fatal-dijo acompañándolo de una carcajada-. Eso es más de Erika. Lo suyo era lo complicado, la magia difícil de dominar, los maleficios y conjuros más poderosos. Fue cuando participó en un concurso sobre las Artes Inaccesibles, que mostró su capacidad para luchar contra la magia oscura. Así que en cuanto terminó la Escuela Elemental, decidió continuar estudiando en Firmingan para poder mejorar su extraordinaria habilidad. Fue allí donde descubrió que su verdadera vocación era llegar a ser algún día un Guardián del Fuego Eterno.
   Seguíamos andando sin más entorpecimiento que la de elegir camino y era yo quien tomaba dicha decisión. Jeremy me seguía a poca distancia narrando la vida de su amigo.
   -¿Y qué pasa con sus padres?-pregunté intrigada en el asunto.
   -Su madre se llama Lysette y es la mujer más adorable del mundo. Además, prepara unos macarrones para chuparte los dedos. Tienes que probarlos, en serio. Los hace con una salsa de…
   Carraspeé con fuerza para interrumpirle.
   -Al grano, Jeremy.
   -Sí, señor-se burló con una sonrisa-. Lo que iba diciendo. Lysette vive en una casa a las afueras de Dawnsvill, un pueblo no muy grande cerca de Firmingan. Ya sabes que además de Dereck, tiene a Annie-. Asentí a modo afirmativo-. Yo odio los niños, son insoportables. Sin embargo esa tiene algo especial. Es…tremendamente embaucadora. Dereck la adora, bueno todos lo hacemos.
   ¡Cuánto me gustaría conocerla! Ojalá algún día tuviera la oportunidad de hacerlo.
   Continuó diciendo nombres y fechas sin sentido hasta que decidí interrumpirle.
   -¿Y qué hay de su padre?-dije, redirigiendo la conversación al tema que me interesaba.
   -Los abandonó hace un par de años.
   Arrugué el entrecejo.
   -¿Por qué hizo algo así?
   -Eso…eso creo que debería contártelo él-dijo dubitativo.
   -¡Qué mismo da! Quiero saberlo-insistí.
   Jeremy hizo un mohín.
   No tuvo tiempo para contestarme antes de que algo le atacara y su chillido quebrara la tranquilidad del lugar. Viré rápidamente aterrorizada por lo que pudiera estar ocurriendo detrás de mí, dispuesta a encontrar cualquier cosa terrorífica imaginable. Mis ojos se agrandaron al no detectar ningún foco agresor. Es más, ni siquiera él andaba cerca.
   -¡Jeremy!-chillé atemorizada-. ¿Dónde estás? Si estás bromeando pienso partirte las piernas en cuanto te vea-le amenacé sin reparos.

   -¿Crees que esto es una broma?-gritó desde un punto situado por encima de mi cabeza.
    Alcé la vista. Arriba, suspendido en el aire, una rama gigantesca le sujetaba por el tobillo, dejándole bocabajo. Con enérgicos aspavientos, la planta le zarandeaba con brutalidad. El laberinto había cobrado vida.
   -¿Qué diablos haces ahí?
   -Me he subido para ver las vistas, ¿a ti qué te parece?-dijo de forma irónica.
   -¡Utiliza tu varita!-grité, sabiendo que esa era la mejor opción.
   -¡No la tengo!-vociferó-. ¡Se me ha caído cuando me ha atrapado esta cosa!
   Solté un gruñido de impotencia y rabia. Aunque no me gustase la idea, sabía que era la única. Me tocaba entrar en juego. Mis poderes acabarían con aquella monstruosidad.
   -¡Haz algo pronto o vomitaré hasta la primera papilla!
   La rama que le mantenía cautivo se agitaba fervientemente de un lado al otro. Si continuaba así, era probable que terminara estrellándole contra una de las macizas paredes del laberinto o, peor aún, contra el firme suelo.
   Cerré los ojos y estreché con firmeza el péndulo de cristal con mi mano. Al hacerlo, la intensa luz blanquecina-fiel reflejo del miedo que sentía en esos momentos-se vio extinguida.
   -¡Vamos, Nora!-me suplicó el chico.
   -¡Dame un segundo!-le pedí
   Los gritos de Jeremy y los bruscos movimientos de la planta, obstaculizaban mi concentración.
   -¡Creo que tiene hambre!-chilló, sacándome de mis pensamientos.
   Abrí los ojos y observé atónita lo sucedido. En el enorme arbusto que hacía de una de las paredes del sendero y del que surgía la gigantesca rama que sujetaba a Jeremy por la cintura, había aparecido un monumental agujero. El fondo del mismo era un fondo tétrico de color negro. Para ser sincera, prefería no saber qué ocurriría con el chico si le metía ahí.
   Volví a concentrarme lo máximo que pude para acabar con nuestro atacante. Después de unos segundos, la apacible y poderosa luz anaranjada emanó del collar de cristal.  Como un veloz rayo se precipitó sobre la rama que sostenía en vilo al chico y, al contacto con la misma, ésta se desintegró liberando a Jeremy. Aunque intenté evitarlo, cayó de bruces contra el suelo de grisácea grava.
   -¡Auch!-gritó tras sentir el golpe.
   Todavía seguía sintiendo el pánico correr por mis venas cuando me abalancé sobre él para comprobar su estado.
   -Un segundo más tarde y habría terminado muerto-se quejó, incorporándose del suelo con mi ayuda y sacudiendo su pantalón vaquero.
   Tenía varios arañazos por los brazos descubiertos, aunque ninguno demasiado profundo.
   -Pero te he salvado, ¿no?-dije más tranquila y entusiasmada con la idea de empezar a dominar mis inestables poderes.
   Una vez que me aseguré de que estaba bien, me giré y continué andando.
   -¿Por dónde te habías quedado?-pregunté, rascándome la barbilla-. ¡Ah, ya me acuerdo! Estabas hablando sobre el padre de Dereck.
   -¡Esto es increíble!-me pareció que decía-. Estoy a punto de ser engullido por una planta asesina y la tía ni se inmuta.
   Al escuchar las quejas del chico, emití una audible risita de diversión.
   -Vamos, no ha sido para tanto-le resté importancia, aunque yo también me había asustado ante el inesperado ataque.
   -Me gustaría haberte visto a ti en esa situación-se defendió, colocándose a mi altura.
   -Al tema, Jeremy-insistí.
   Soltó un gruñido de crispación.
   -Ya te he dicho que es Dereck el que debe contarte lo de su padre-repitió amargándome.
   -¡Venga, no seas así!-le reproché intentando convencerle-. Dime al menos su nombre-era posible que si me decía eso, inconscientemente me contase la historia al completo.
   -Se llama Andrew Williams-contestó tras unos segundos de dilación.
   Le supliqué porque me contase más cosas acerca de él, pero tras su implacable negación, no tuve más remedio que ceder y cambiar de tema.
   -¿Y qué me dices de las novias?-pregunté también muy interesada en este asunto-. ¿Ha tenido muchas?
  Una vez más, nos encontrábamos delante de una división del camino pero, a diferencia de las anteriores veces, había tres nuevas calzadas.
   Indecisa, me encaminé hacia el sendero situado más a la derecha, sin embargo, un presentimiento me hizo retroceder. Me dirigí al camino de la izquierda y de nuevo esa maldita sensación de peligro.
   -¿Qué ocurre?-me preguntó Jeremy.
   -Trato de averiguar por donde tenemos que seguir-respondí.
   Sin otra salida, anduve hacia el último camino que quedaba, el del centro. Esta vez supe que ese era el idóneo.
   -Por aquí-dije confiada.
   No sé porqué creía que era ese y no los otros dos, era como si algo ignoto me fuera guiando.
   Jeremy se encogió de hombros.
   -Lo que tú digas, jefa-respondió sonriente.
   Le devolví la mueca y ambos continuamos andando uno al lado del otro.
   -Bueno, ¿qué me dices?
   -Sólo ha tenido una-contestó sin darle mayor importancia.
   Esa respuesta no era la que me esperaba, pero indudablemente hizo que algo dentro de mí se relajara.
   -¿No tiene mucho éxito entre las chicas del colegio?-pregunté incrédula.
   -¡Que va, todo lo contrario!-esa contestación fue como si me tirasen un jarro de agua fría-. Dereck arrasa entre las chicas. Cualquier tía del colegio quiere salir con él. Mi hermano y yo lo llamamos el “Síndrome de Dereckfilia”-contestó riéndose a carcajadas, posiblemente recordando alguna escena graciosa.
   -Y entonces, ¿por qué ha salido sólo con una?-pregunté en un tono que sonó más duro de lo que pretendía.
   No era una chica celosa. De eso estaba segura. Jeremy únicamente me había confirmado lo que yo ya sabía. El atractivo de Dereck era más que evidente. Cualquier chica caería rendida a sus pies en menos de unos días. Un ejemplo de ello, era yo misma. Sin embargo, el pensar que decenas de chicas se peleaban por conseguir salir con él, hacía que se apoderara de mí una mezcla de rabia, impotencia y furia. Al pensarlo detenidamente, ya no tenía tan claro si era o no celosa.
   -Dereck no es como yo, quiero decir que tiene otras cosas en mente a parte de las tías. Ellas ocupan un lugar muy bajo en la escala de sus preferencias-contestó.
   Eso no me tranquilizó.
   -¿Cómo se llama esa chica?-quise saber.
   Jeremy hizo un mohín, algo que no se me escapó.
   -Eso no tiene importancia.
   -Tienes razón, no la conozco-contesté algo resentida.
   -Créeme que sí-dijo más para él que para mí.
   Ese comentario hizo que mis sentidos se pusieran alerta y mi corazón comenzase a bombear más rápido. Que conociese a la chica solamente podía significar que ella era…
   -¡Cuidado, Nora!-me advirtió chillando Jeremy.
   Abstraída en mis cavilaciones, apenas pude apartarme de la trayectoria de una rama que se batía en el aire con furia. Como la vez pasada, los arbustos de nuestro alrededor habían cobrado vida y descargaban contra nosotros su furia contenida. Esta vez, esas ramas que habían surgido misteriosamente, estaban compuestas por centenares de pinchos. De no haber sido por el grito de Jeremy, me hubiesen dejado como un colador.
   -¡Protectium!-gritó el chico con su varita en ristre a la vez que me agarraba del brazo acercándome a él.
   Ese conjuro era utilizado por los chicos con frecuencia y por ello no me sorprendí al ver una fina pero resistente burbuja envolviéndonos para protegernos de los golpes de las ramas.
   -Este laberinto está dispuesto a acabar con nosotros-dije con la respiración entrecortada. De pronto, nuestra preservadora pompa se desvaneció como si la hubiesen pinchado con un alfiler-. ¿Qué ocurre?-pregunté sin comprender nada.
   -Sammy nos dijo que nuestros poderes se podían ver reducidos por la magia del laberinto-me recordó las advertencia de la joven bruja-. ¡Protectium!-como era de esperar, la burbuja ni siquiera apareció-. ¡Fungum!
   -¿Qué hacemos ahora?-pregunté nerviosa al ver la ineficacia de sus hechizos.
   -¡Huir!-gritó en el momento exacto en el que una punzante rama se dirigía contra nosotros.
   Jeremy salió corriendo tirando con fuerza de mi brazo. Obligué a mis piernas a reaccionar con rapidez ante el empellón del chico. No pude evitar trastabillar un par de veces debido a la celeridad de la carrera. El chico miró hacia atrás en varias ocasiones a la vez que me gritaba que acelerara. De igual forma, yo también giré la cabeza para comprobar si seguíamos siendo perseguidos y, al ver que la planta no se daba por vencida, me esforzaba en apresurarme.
   De repente, el suelo de grava comenzó a vibrar al igual que si se estuviese produciendo un terremoto. A medida que avanzábamos, la superficie trepidaba cada vez más. Aunque intenté tenerme en pie, otra fuerte sacudida amenazó mi equilibrio. La mano del chico soltó mi brazo tras la convulsión y yo caí sin remedio.
   -¡Jeremy!-grité tendida en el suelo.
   El aludido dio media vuelta para ayudarme. Como si el laberinto tuviese inteligencia propia y supiese cuál era nuestra intención, decidió cortarle el paso de inmediato. Así, una nueva y maciza pared de verde arbusto hizo que cada uno quedase situado a lados distintos de la misma.
   -¡Nora!-gritó Jeremy desde el otro lado del camino.
   Me sacudí las palmas de ambas manos con el fin de despegar las pequeñas piedrecillas del suelo que se me habían clavado y me incorporé hasta situarme pegada al recién paredón que me impedía el paso.
   -¿Estás bien?
   -Sí-contesté sincera.
   -Tenemos que volver a juntarnos.
   -Intenta destruir la pared con tu varita-propuse.
   Aunque el chico no respondió, supe que ya estaba manos a la obra.
   Me sentía inútil sin poder ayudar a despejar el paso. Tenía la horrible sensación de estar atrapada, lo que oprimía mi pecho. Si salíamos vivos de esta, era para celebrarlo.
   Un escalofriante rugido a mis espaldas provocó que todos y cada uno de los músculos de mi cuerpo se tensaran. Mi cabeza se quedó momentáneamente exánime. El vello que cubría mi piel se erizó en milésimas de segundo.
   -¿Qué ha sido eso?-preguntó Jeremy que también lo había oído-. ¡Nora, contéstame!
   Estaba completamente petrificada. Tenía el pulso acelerado y el miedo me nublaba la vista. Sabía que debía darme la vuelta para encarar a mi atacante, pero mis piernas no respondían a las órdenes impartidas por mi cabeza.
   Un nuevo rugido me sacó de golpe de mi estado de congelación. Logré reaccionar y lentamente giré sobre mis talones.
   -¿Pero qué…?
   Delante de mí, se erguía inhiesto un enorme león de espesa cabellera dorada. Mi estatura era una de sus cuatro patas terminadas en afiladas y temibles garras. Quieta en el sitio, sin moverme ni un ápice, contemplé a la impresionante bestia que me miraba con sus dos inmensos ojos color miel. Le observé atónita, agitar su larga cola que concluía en una ardiente antorcha.
   -¡Ayúdame!-supliqué aterrorizada.
    Alarmado con mi grito, el león echó la gigantesca cabeza hacia atrás y emitió un ensordecedor rugido que dejó al descubierto la interminable hilera de sus puntiagudos dientes.
   -¡Sea lo que sea, no te muevas!-me ordenó-. ¡Intentaré llegar por otro camino!
   -¡No hay tiempo para eso!-me lamenté.
   El impresionante león decidió acabar cuanto antes con su presa. Alzó una garra por encima de su cabeza, dispuesto a destruirme con ella.
   Todo ocurrió tan rápido que no pude reaccionar. En el preciso momento en el que su zarpa me iba a dar alcance, alguien se abalanzó sobre mí desplazándome un par de metros y provocando que me derrumbase con un sonoro golpe. Tras la caída, mantuve los ojos fuertemente cerrados, pero podía notar que el intruso estaba encima de mí. Su brazo me había protegido la cabeza impidiendo que me golpease con el suelo tras el placaje.
   -¡Eramolth!-gritó sin apartarse de mi lado.
   Al oír su grave voz, logré tranquilizarme. Abrí los ojos para contemplar al león, pero no había ni rastro de él. Había desaparecido al igual que la burbuja que nos protegía a Jeremy y a mí momentos antes.
   -Mira que te he dicho que tuvieses cuidado-dijo Dereck, con su boca pegada a mi oído-. No sé qué sería de ti si yo no estuviera cerca.
   Tardé un poco más de lo que pensaba en recuperar el aliento. Había sido un susto brutal.
   -Estaba a punto de acabar con él y lo hubiese hecho de no ser porque me has interrumpido-mentí descaradamente con una sonrisa.
   De hecho, si no hubiese sido por Dereck, ahora estaría muerta.
   Sentí que se apartaba de mí y emitía una sonora carcajada ante mi contestación.
   -Anda, levántate-ordenó mientras me tendía la mano-. ¿Nora?-preguntó recorriendo con la mirada los alrededores.
   Observé confusa cómo su semblante había adoptado una expresión de preocupación, algo que no llegué a comprender.
   -Dereck, estoy aquí-dije aún tumbada boca arriba en el suelo de grava.
   De nuevo dirigió la vista hacia donde me encontraba, pero no parecía mirarme a mí, sino a un punto situado debajo de mi cuerpo.
   -¿Qué te ha pasado?-preguntó alzando una ceja.
   -¡Ey, tíos, que aquí no me entero de nada!-gritó Jeremy desde el otro lado de la pared de vegetación-. ¿Qué está ocurriendo?
   Ignoré al chico rubio y me centré en la pregunta de Dereck. ¿Cómo que qué me había pasado? Aparte de que me había atacado una rama asesina y después un león hambriento, nada sin importancia.
   -Dereck, me estás asustando-confesé, al verle tan serio-. Mírame a los ojos-le supliqué.
   Entonces, como solía hacer cuando algo le inquietaba, alzó una de sus cejas.
   -Lo haría… si pudiera verte.




1 comentario:

  1. ohhhh!! cada vez me tienees mas enganchada! ^^ ainss que intriga! quieero el siguiente yaa! :D
    besos! sigue asi :)

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Novela con Copyright

Aprovecho para especificar un detalle que no creí necesario en su momento por considerarlo obvio. La novela, "Más allá de la imaginación" está registrada íntegramente y consta de los derechos de autor (copyright) vigentes en la normativa actual, sino os aseguro que jamás me hubiese atrevido a colgarla por completo. Cuando se plagia una obra haciéndola pasar por propia y omitiendo el nombre del verdadero creador se viola, entre otros, el derecho moral del autor, y este podría exigir reparación por el perjuicio. Estas facultades morales son perpetuas, inalienables, inembargables, irrenunciables e imprescriptibles, como bien señala la Decisión 351 de la CAN (Régimen común sobre el Derecho de Autor y Derechos Conexos).

Con esto sólo digo que cada uno debe esforzarse y escribir algo original y único. Nunca nadie llegó a ser grande por plagiar a terceros.

Be original! =)